Las principales guerras con las que luchamos a menudo son internas, especialmente en la forma en que percibimos situaciones o personas. En ocasiones, nos enfrentamos al "síndrome del impostor", donde nos preguntamos: "¿Soy lo suficientemente profesional? ¿Soy suficiente? ¿Me dirán que no conozco lo suficiente sobre el tema? ¿Fue perfecto?"

En muchas ocasiones, nuestros errores parecen más grandes de lo que realmente son debido a cómo percibimos las situaciones. Nuestro propio ego, a veces, trabaja en nuestra contra al decirnos que lo hicimos mal y cometimos muchos errores, cuando en realidad estos errores suelen ser menos evidentes para los demás. La mayoría de las personas no prestan una atención detenida a los detalles ni tienen el mismo nivel de conocimiento sobre un tema que tú.

Es fundamental ser nuestro propio aliado. Quiero compartir algunas herramientas y estrategias que me han ayudado a lidiar con mi perfeccionismo interno, esa voz crítica que a veces me dice que no he logrado nada para sentirme orgulloso durante el día.





En una ponencia de emprendedores sociales, escuché acerca de la meditación y una guía práctica compartida por Gerardo Cano en su artículo "Busca tu paraíso aquí en la Tierra". Hay muchas formas de meditar. Una de ellas es en silencio, liberando pensamientos negativos bajo el mantra: "Estos pensamientos negativos no me pertenecen, los dejo ir". Otra herramienta es meditar mientras escuchas música y reflexionas sobre situaciones que te hicieron sentir mal, insuficiente o rechazado, y luego mentalmente añades: "Dejo ir el control para fluir con mi vida".

La tercera forma de meditación es dejarse guiar por la música, lo que se asemeja más al mindfulness. Al hacerlo, te sumerges en el presente. Sin embargo, como con cualquier buen hábito, implementarlo diariamente puede ser un desafío. Es importante recordar que está bien no hacerlo perfectamente todos los días. Dedica media hora por la mañana para bendecir tu día y media hora por la noche para agradecer tu productividad.





Cada vez que un pensamiento crítico invada tu mente, transmútalo y afírmalo positivamente tres veces. Por ejemplo, si te dices a ti mismo: "Hiciste mal las cosas, cometiste demasiados errores", cámbialo a: "Hiciste un gran trabajo, aprendiste mucho". Repite esto como una afirmación constante hasta que sientas que tu preocupación disminuye y tu corazón late con más calma.

Finalmente, te invito a atreverte a hacer al menos una cosa al día que esté fuera de tu zona de confort. Asiste a talleres, conferencias o cursos, ya sean presenciales o virtuales, para explorar temas diferentes y exponer tus ideas. Siempre existe una primera vez para todo, y cuantas más experiencias acumules, más conocimiento ganarás en una variedad de temas. Como se suele decir, "El peor de los fracasos es quedarse con la duda de qué hubiera pasado si te hubieras atrevido".

Un placer saludarte, y muchas gracias por llegar hasta aquí. No dudes en dejar un comentario; será entretenido e inspirador leerte.