Como todos sabemos, el tronco de los árboles y de las plantas, es el que sostiene sus ramas, siendo el canal de nutrientes que los reparte por sus hojas, flores y frutos, otorgando vida. Es el eje, la base, la conexión de sus raíces con la tierra. Es el robusto, el fuerte, el tosco, el sabio, el dador de madera. Y, sobre todo, es el encantador descanso si se posa tendido en el suelo. El cómplice que sujeta las ramas para que las cuerdas de una maca o de un columpio puedan ser. En fin, el compañero del hombre que desde siempre ha sido su aliado.
Por él se crearon barcas, edificios, casas, muebles, hogueras, y hasta el pequeño lápiz con el que escribieron alguna vez los más bellos poemas. En el tronco de un árbol encontramos la energía más limpia y renovable. Además, de él obtenemos celulosa, tinta; madera para elaborar una gran variedad de materiales para la construcción.
La madera es la amiga inseparable de la arquitectura, situando al medio ambiente en su centro, pues permite reintegrar la naturaleza en el modo de vida, aun dentro de una construcción de hormigón, mejora los entornos colectivos logrando espacios con un impacto muy cálido que ayuda a mejorar las emociones humanas, despertando en los seres humanos sentimientos de equidad, amor y unidad.
Si combinamos la madera con otros materiales, creamos opciones tan interesantes de aspecto estético y emocional, pues la madera no sólo visualmente es impactante, sino que contiene textura y un delicado aroma que se injerta en las células de la piel despertando sensaciones de equilibrio en el ser humano.
La madera trasmite elegancia, resistencia, dureza, armonía y sobre todo una gran nobleza, pues sus cualidades serán eternamente especiales al servicio de todos. No hay distinciones, se amolda a todo y para todos.
En el tronco puro y vivo plantado y unido, entrelazado aferradamente a la tierra, se encuentra la sabiduría, desde los troncos mas ancestrales hasta en los más recientes. Basta con abrazarlos de la misma manera en como ellos se abrazan a la tierra, para sentir esa fuerza tan profunda que expiden, y sí, nos regeneran física y emocionalmente, y si somos un poquito más observadores y atentos, nos trasmiten su conocimiento, su sabiduría, escúchalos, ellos te hablan…
Tanto así te hablan que hasta en psicología es el elemento más identificado con el “Yo”. Y en donde se plasma la percepción que uno tiene de sí mismo y el grado de seguridad que se tiene para afrontar los retos del mundo externo.