La palabra luchar es un sinónimo de pelear, de forzar, batallar, forcejear, y a menudo la usamos comúnmente para referirnos a que la vida no es fácil; si sustituimos por algún sinónimo aquí citado se escucharía: peleando por la vida, batallando por la vida, forcejeando por la vida; sonando francamente con aspecto negativo si lo tomamos en su sentido literal. Surgiendo de aquí, dos panoramas muy interesantes.

El primero haría alusión a que luchamos o pelamos por vivir, es decir, que hacemos todo lo que sea posible por mantenernos en vida, por ser felices, por encontrar nuestra paz; y, por lo tanto, resultaría un poco contradictorio que “luchemos” si lo que queremos es VIVIR, la “lucha” se convierte en algo agotador, en algo que agita. Además de que no vamos en búsqueda de la vida, la vida llegó a nosotros, la vida nos pertenece ya. No es una meta o un lugar a donde llegar, sino que es el mismo camino, es el mismo aquí y el mismo ahora… por lo que congruentemente, entonces no tendríamos que luchar por la vida, pues la vida ya nos ha sido otorgada, antes bien, tendríamos que VIVIR por la vida, tendríamos que AMAR por la vida.





En el segundo panorama o contexto, se puede entender a que la vida se resume a un mundo de lucha. Es decir, que, durante nuestra vida, nos encontramos batallando, peleando, porque en nuestro transitar, nos surgen situaciones o circunstancias que nos van detonando sentimientos y emociones que nos llevan a desviarnos de un estado de paz. Entonces la lucha se convierte en el conflicto interno de emociones para restaurarnos como seres humanos en cada momento difícil de nuestra vida, buscando un equilibrio, confirmando de esta manera nuestra dualidad en uno solo.





En el sentido figurado, no cabe duda que “Luchar por la vida” suena más amorosamente, pues nos hace alusión a que la lucha es una herramienta de motivación, que hace que el esfuerzo por cumplir objetivos nos permita ver los obstáculos como señales de triunfo, pues al irlos superando, vamos logrando confianza en nosotros mismos, sintiéndonos vencedores, superando cada reto que la misma vida nos ofrece para ser mejores. ¿Quién no ha luchado por la vida? Si somos un mundo de diversidad, si somos el “coraje” de salir adelante, esa fuerza de ánimo para enfrentar las dificultades. Somos esa pasión e ímpetu, somos la vida misma.