La pareja, es un mundo en donde podrías esperar sentirte seguro, pero en ocasiones es un lugar hostil y riesgoso, el detalle es que muchas veces existen ciclos patológicos de violencia o manipulación que impiden observar que muchos de esos problemas matrimoniales o de pareja tienen que ver con el ineficiente manejo de problemas y de los conflictos, y si hay hijos de por medio, el papel de papás se contamina por los conflictos en la pareja y el matrimonio yen consecuencia la emocionalidad de los hijos.

Este articulo decidí dividirlo en tres partes, ya que considero que es un tema muy extenso y debemos darle un espacio a cada uno de estos roles, los cuales son: Rol de Pareja, Rol de Matrimonio y Rol de Padres, de los que buscaré detallar a grandes rasgos sus conflictos mas comunes de acuerdo a mi experiencia como terapeuta y las funciones saludables de cada rol, o lo que se espera positivamente de ellos y me concentraré en detallar la información a partir de poner en mesa las familias con hijos, ya que cuando no hay hijos la dinámica es totalmente diferente, por obvias razones, y la pareja y matrimonio también lo es.

Pero ¿Cuáles son las características de esos roles de la vida en pareja? Vamos allá…





Ser pareja, no es lo mismo que ser matrimonio y ser matrimonio no es lo mismo que ser papás. Cada rol tiene su función, objetivo y características muy específicas que se complementan una con otra, pero cada uno funciona de meramente individual y eficiente aprendiendo a separar esos roles dependiendo la situación que se esté enfrentando.

Tengo más de 7 años de experiencia terapéutica con docenas de pacientes en donde me he encontrado infinidad de casos de pareja o familiares, donde el problema por el que asisten normalmente es por los hijos o problemas en casa, y el proceso va enfocado a identificar esos detonantes y circunstancias que hacen que el problema prevalezca. A veces el pretexto para asistir a terapia son los hijos, llevándolos por problemas de conducta, desórdenes emocionales o por no poder comprender que hacer para que mejoren, y la mayoría de estos casos, el hijo es la “fuga del problema” y se convierte en un “chivo expiatorio”, es decir, en quien recaen los conflictos, preocupaciones y se le ponen todos los reflectores encima y los padres dejan de ver los verdaderos motivantes o detonantes del conflicto que observan en el hijo, que normalmente vienen de una praxis conflictiva en la dinámica familiar y principalmente de las habilidades de manejo y resolución de conflictos que los jefes de familia tienen y que estos pueden estar arraigados a patrones conductuales pre aprendidos y consolidados en un ciclo patológico que se extiende en variaos ámbitos de la vida y afecta nuestra salud emocional y la del otro. Muchos de estos problemas que se tienen en el rol de papás, viene acarreando por problemas de pareja. O el problema de matrimonio puede ser detonado por conflictos y falta de acuerdos en el rol de papás. El rol de pareja se puede ver contaminado por los roles de papás o de matrimonio o se pueden contaminar de forma conjunta unos entre otros, pero también se pueden complementar sinérgicamente cuando se tiene un orden en pensamientos, ideas, quereres, emociones y nuestra vida cotidiana y aprendemos a plantear nuestros conflictos de manera asertiva, sin peleas, gritos, amenazas, etc.






EL ROL DE PAREJA: es aquel que se tiene desde que decidieron estar juntos, desde que de novios fueron construyendo una rutina, una dinámica de convivencia y está impregnada de las emociones, acciones y pensamientos que fueron nutriendo (o desnutriendo) la vida como novios y la vida propia. Los conflictos relevantes en este rol tienen que ver con la experiencia meramente personal en noviazgos o en experiencias amorosas, rechazos, infidelidades, etc. Conflictos que se proyectan en la nueva relación, heridas no resueltas o acomplejamientos que experiencias pasadas en noviazgos anteriores fueron reforzando. Hay problemas como celos, necesidad de control, manipulación por temor a que “se salga del redil” o a que “suceda lo mismo.” He observado que la mayor parte de estos conflictos tienen que ver con inseguridades, pensamientos catastróficos y limitantes, ineficiente manejo de estrés y ansiedad. Los celos no son más que temor a ser sustituido, aunque no haya evidencia clara. No son más que un cúmulo de pensamientos limitantes y catastróficos que psicológicamente evidencian problemas de autoestima, auto concepto y valor propio. Yo siempre he dicho “si te va a poner el cuerno, lo hará, y no podrás evitarlo. Más bien tendrás que tomar una decisión de si seguir perdonando y seguir ahí o perdonar e irte”.





En la pareja disfuncional se prohíben amigos y convivencia, se controla la forma de vestir, existen mentiras por evitar problemas, se ocultan por temor a que lo que quiero hacer sea un motivo de peleas, aunque no sea un motivante racional, etc. Y es necesario comentar que esto ya no ocurre solo de hombre a mujer, sino también sucede de mujer a hombre. Los problemas en pareja se buscan resolucionar primeramente desde conocer y analizar exactamente esto, el cómo organizan su vida cotidiana, cómo acuerdan y resolucionan pequeños conflictos diarios y posteriormente entrenar en el manejo de emociones, frustración y reforzar la comunicación afectiva y efectiva, y muy importante, concientizar en ser responsables afectivamente. Y en el máximo de los casos aceptar la disfuncionalidad de la pareja y reconocer que hay personas, por más triste que suene, aunque se amen demasiado, no hablan el mismo lenguaje del amor y no aprenden a estar juntos con una dinámica funcional.





El ser pareja, tiene como función el acompañamiento, el ser líderes de su vida y proyectar metas y crecimiento. Es un espacio de confianza e intimidad (sexual y emocional), donde encuentras un lugar seguro emocionalmente. Pero no muchos cumplen con este propósito, malamente interpretando el noviazgo casi como un “derecho de propiedad”. No somos objetos ni propiedad de nadie, y el hecho de ser pareja de alguien no da derecho a querer controlar su vida. Una pareja tiene que ser parejos, así de sencillo. Ir de la mano, al ritmo del otro, respetando que esa persona ya tiene una vida detrás y no podemos llegar a quererle cambiar su esquema, amistades, rutinas o gustos así nada mas. Eso no es ser pareja, es ser opresor y eso habla, por lo menos para mi como psicólogo, de un complejo muy grande inseguridad que se proyecta en necesidad de control y manipulación, que puede estar impregnado de heridas emocionales que acaban dañando a la pareja al proyectarse en conductas problema y/o de violencia.





Trabajar esta área de la vida en pareja es esencial para alcanzar un equilibrio si se quiere llegar a la vida e matrimonio o de ser padres. Es esencial tener una dinámica saludable sin violencia y con acuerdos estables, que se cumplan y se respeten. Porque, aunque sea mi pareja, debo aprender a poner ciertos límites y saber que no puedo permitir tampoco ser manipulado, por mas que le quiera o que le ame, siempre, hay que ponernos en prioridad nosotros, pues si esa relación no nos nutre, solo acabará consumiéndonos y si se lo permitimos, crearemos ideas o pensamientos irracionales, patrones de conducta y hábitos que nos alejan de nuestra esencia y acabamos siendo lo que el otro quiere “por amor”.





Siempre se tu mismo tu propia prioridad. Siempre quiérete más e lo que quieres al otro y sobre todo, siempre, siempre, ponte al principio tú, luego tú y después tú. Una pareja fortalece tus cimientos y te abre horizontes, no te los cierra y muchos menos de desvaloriza o te hace tambalear en tus propias decisiones. Te da seguridad y si requieres volar, te impulsa para hacerlo, porque una pareja es quien te da esa seguridad de que aunque te equivoques, aunque las cosas salgan mal, esa persona no te soltará de la mano y entenderá tus fracasos como nuevas oportunidades y te hará ver el vaso medio lleno, y no medio vació.