La paz no solo es la ausencia de conflictos. Convivir en paz consiste en aceptar las diferencias y tener la capacidad de escuchar, reconocer, respetar y apreciar a los demás, así como vivir de forma pacífica y unida.
Es un proceso positivo, dinámico y participativo en el que se debe promover el diálogo y resolver los conflictos con un espíritu de entendimiento y cooperación mutuos. Una cultura de paz fortalece la cohesión social, erradica la violencia y contribuye a la formación del capital social que sustenta la democracia, la seguridad y el desarrollo, permitiéndonos avanzar hacia la paz.
La forma en que la paz y la unión entre las personas se manifiestan en el mundo y en los entornos urbanos y rurales los hace más seguros y propicios para la enseñanza y la convivencia, contribuyendo a la formación de individuos y a una sociedad más cohesionada.
En las zonas desoladas o de escasos recursos en las zonas rurales, donde las posibles formas de violencia y agresión requieren acciones positivas de ayuda, se busca promover de manera constructiva la unión y confianza entre las personas, transformando esos lugares en entornos sociales en los que muchas personas puedan habitar.
El objetivo de este compromiso para la agenda de ciudades de convivencia y paz es iniciar un proceso con los gobiernos de todo el mundo y las diversas acciones institucionales, sociales y económicas.