Desmitificando la Neurociencia
Erradicando Creencias Equivocadas para Mejorar Aprendizaje
Clara Estefania Garcia Ayala  -   2023-12-23
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Un neuromito se define como una creencia equivocada o interpretación errónea acerca del funcionamiento del cerebro humano y su conexión con el aprendizaje, la educación y otras funciones cognitivas. Estos neuromitos impactan negativamente en la educación al introducir conceptos erróneos sobre el funcionamiento del cerebro y el aprendizaje, lo que puede llevar a la adopción de prácticas pedagógicas ineficaces.



Un ejemplo de esto es un fenómeno conocido como el "efecto Mozart". En un principio, se creía que escuchar una sonata de piano o una sinfonía de Mozart, en comparación con el silencio o la audición de una charla relajante, tenía el potencial de mejorar la capacidad de aprendizaje en niños y facilitar el razonamiento abstracto en estudiantes universitarios. Investigaciones adicionales posteriormente sugirieron que no solo la música de Mozart, sino también otras formas musicales o incluso la lectura de pasajes atractivos de libros, podrían influir en las tareas realizadas por los niños, ya sea recortar dibujos en papel o crear figuras de cartón con bordes festoneados. Se extrapoló la idea de que si los niños, desde temprana edad, escuchaban música de Mozart en un entorno relajado en sus hogares, esto podría tener beneficios para su desarrollo mental, generando la creencia de que resultaría en niños más capaces e inteligentes. Sin embargo, estudios rigurosos posteriores dejaron claro que esta suposición no era válida y, por lo tanto, se descartó el concepto del efecto Mozart.





Otro mito sobre la neurociencia es que solo utilizamos el 10 por ciento de las capacidades del cerebro, lo que sugiere un enorme potencial sin explotar que, de aprovecharse en su totalidad, podría resultar en un significativo aumento de la inteligencia en cada individuo. A pesar de los años de evidencia científica que desmienten esta afirmación, aún se comercializan programas basados en este mito, y las personas los adquieren con la esperanza de superar sus limitaciones y aumentar sus capacidades e inteligencia. En una reunión del Consejo de Investigación Nacional de Estados Unidos, donde se abordó este mito, se concluyó que su erradicación podría lograrse al exponer públicamente su falsedad y destacar que, como muchas propuestas milagrosas de mejora fácil y rápida, era un camino infructuoso. Sin embargo, esta clarificación no tuvo un impacto significativo, y cabe destacar que el cerebro utiliza todos sus recursos, tanto genéticos como de entrenamiento, en la resolución de problemas y en los procesos de aprendizaje y memoria.





Otro neuromito es el relacionado con la clasificación cerebro derecho-cerebro izquierdo. Este mito propone que se debe enseñar a los niños en las escuelas después de haberlos clasificado previamente como aquellos con predominancia en el hemisferio derecho versus el hemisferio izquierdo. La base de esta idea radica en la observación de las funciones de ambos hemisferios cerebrales por separado en el laboratorio, donde se ha identificado al hemisferio derecho como un cerebro holístico, global, capaz de realizar asociaciones entre tiempos y espacios distantes, y que opera con una atención dispersa e inconsciente. En contraste, el hemisferio izquierdo se considera el cerebro del lenguaje, la lógica y las matemáticas, requiriendo una atención focalizada. A partir de esta observación, se ha creado el mito de niños con predominancia de "cerebros derechos" y niños con predominancia de "cerebros izquierdos", sugiriendo que se perjudica a los niños si no se separa adecuadamente su enseñanza desde temprana edad. Sin embargo, desde el punto de vista fisiológico, no existen cerebros derechos o izquierdos en condiciones normales, ya que la transferencia de información entre ambos hemisferios es constante a través del cuerpo calloso. Por lo tanto, la dicotomía propuesta entre cerebros es incorrecta, y separar a los niños según estas supuestas preferencias limita su desarrollo integral. La enseñanza en los primeros años debe ser global, equilibrando todas las potencialidades de los niños, un enfoque que se ha adoptado en la actualidad, desechando así este mito.





Otro neuromito previamente desacreditado sugirió la existencia de talentos específicos en niños designados como "visuales", "auditivos" o "cinestésicos", es decir, aquellos que supuestamente aprendían mejor a través de percepciones visuales, auditivas o movimientos corporales. Esta creencia llevó al desarrollo de programas que fueron ofrecidos a muchos maestros, promoviendo la idea de enseñar selectivamente a los niños utilizando predominantemente estímulos visuales, auditivos o cinestésicos. Se proponía etiquetar a los niños con una placa de identificación en la escuela con las letras "V", "A" y "C" para aplicar este método selectivo. Sin embargo, no se encontraron evidencias que respaldaran la eficacia de estas enseñanzas, y actualmente se cree que tal preparación podría afectar negativamente las enseñanzas utilizando otros sistemas, perturbando el desarrollo "normal" del niño. A pesar de que esta idea inicialmente parecía lógica, resultó ser un fracaso y también fue abandonada en la práctica.

En conclusión, es crucial basar las prácticas en evidencia científica sólida y fomentar una comprensión precisa de la neurociencia, evitando caer en neuromitos que podrían conducir a enfoques pedagógicos ineficaces o decisiones erróneas. La revisión y desmitificación continua de estas creencias contribuyen a promover un enfoque más informado y eficiente en la enseñanza y el aprendizaje.
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