Incansablemente hemos escuchado una y otra vez que los ojos son las ventanas de alma, para Cicerón, escritor y orador romano, “el rostro es el espejo del alma, y los ojos, sus delatores”.
Vamos adentrarnos en el concepto de la palabra ventana. El término proviene del latín ventus (viento), referido a la ventilación que proporciona. Antiguamente la ventana también se denominaba fenestra de forma idéntica a como se llama en latín y en griego. Así que, una ventana es la abertura en un muro o pared donde se coloca un elemento con marco, que abre y cierra sus “hojas”, y que permite dar luz y ventilación, mirar al exterior o interior. Así, una ventana llenará de luz una habitación, la oxigenará de aire limpio y fresco, como también permitirá contemplar el paisaje que se encuentre en el entorno, siendo el medio de conexión del interior con el exterior o viceversa.
De esta manera, nuestros cinco sentidos, los ojos, el tacto, el olfato, el oído y el gusto, funcionan con nuestro cuerpo humano, siendo los medios precisos para comunicarnos con el exterior, y percibirlo de tal manera, como cada quien lo pueda interpretar, según su propia experiencia o concepto de que se tenga en torno a un lugar, objeto o circunstancia.
Vamos a profundizar un poco más en los ojos, en esa mirada que delata, según Alejandro Dumas, escritor francés, “es la afirmación de que Dios quiso que la mirada del hombre sea la única cosa que no se puede ocultar”.
Los ojos irradian lo que hay dentro de nosotros, nuestras palabras podrán ocultar lo que sentimos realmente, pero una mirada profunda no, ésta es limpia y transparente que permite ver el sentimiento más profundo arraigado en nuestros corazones.
Para el poeta y músico español Vicente Espinel,” los ojos son arcabuces y lumbreras del alma”, aquellas que gritan quién eres. Convencidos de que las miradas de las personas dicen mucho más de lo que podemos imaginar. Hay miradas vacías y tristes, así como aquellas indiferentes, alegres y juguetonas. Hay ojos que gritan soledad y otros que irradian felicidad.
¿Qué vamos a observar a través de los ojos? Sencillamente lo que hay en cada uno de nosotros. La revelación de tu mundo interior y la conexión con el que te ve. Si habita amor en tu corazón, tu mirada será amorosa, y tu interlocutor podrá verlo si éste también tiene amor, y si no, no lo podrá observar, porque no lo conoce, no podrá entrar, se quedará simplemente en la razón de la mente, sin conexión.
Hay miradas compasivas, miradas frías, miradas hostiles, miradas suplicantes, miradas pícaras, miradas inocentes, miradas culpables…
Para William Shakespeare, “el amor nace, vive y muere en los ojos”. En la profundidad de esta frase, los ojos escribirán lo que tu corazón está dictando, no hay razón más concisa que ésta.
Si pudiéramos vernos más fijamente a los ojos, apreciar intensamente las miradas, seríamos capaces de atravesar el caparazón de la frialdad que al ser humano tanto le gusta vestir, podríamos, entonces ver, la belleza de nuestros corazones. Dice Javier Rojas sj. en otras palabras…