¿Lo que consumimos tiene relación con nuestro estado de ánimo? La respuesta es sí. Nuestra alimentación está muy relacionada con nuestras emociones, por lo que debemos ser más conscientes de todo aquello que ingerimos, ya que esto repercute para bien o para mal en nuestro bienestar físico, psicológico y social. Si adquirimos una dieta balanceada, nuestro estado de ánimo aumentará, será mejor y disminuirán los índices depresivos, así como muchas otras enfermedades mentales.
En nuestro cuerpo existe una gran relación entre el intestino y el cerebro, ya que estos se comunican muy frecuentemente. Se producen varios neurotransmisores importantes en el funcionamiento del cerebro; un ejemplo de ellos es la serotonina y la dopamina, que se produce en el intestino y se encarga principalmente de regular el sueño, el apetito, el estado de ánimo, las emociones, entre otros estímulos. Hay muchos otros neurotransmisores que se relacionan con las funciones del cerebro, lo que nos lleva a afirmar que es muy importante cuidar lo que comemos, ya que los alimentos que ingerimos se reflejan no solo en nuestro aspecto físico, sino también en nuestro aspecto mental y, con ello, emocional.
Si agregamos a nuestra dieta un poco más de alimentos naturales, nos sentiremos más tranquilos con nosotros mismos, tendremos mayor rendimiento físico, un sueño más tranquilo, se reducirá el estrés y el cerebro será más ágil para concentrarse. Se eliminaría la ansiedad y la depresión, según estudios de la doctora Suzanne Dickson de la Universidad de Gotemburgo, quien afirma que "una dieta influye significativamente en la salud mental y el bienestar". Además, cuando se lleva una alimentación rica en nutrientes, es menos probable que haya cambios bruscos en el estado de ánimo, sino que estos serán más acertados de acuerdo a las situaciones que se presentan.
Al alimentarnos de buena manera, es decir, de forma equilibrada sin restricción de alimentos pero siempre con un balance, nuestro intestino podrá producir bacterias buenas que, a su vez, ayudarán a que los neurotransmisores envíen mensajes positivos al cerebro. En cambio, si llevamos una mala alimentación, por ejemplo, con una gran cantidad de azúcares o grasas trans, el cerebro recibirá mensajes negativos que se verán reflejados en un mal estado mental, afectando también la forma en que nos relacionamos con los demás.
Reconociendo lo anterior, nos damos cuenta de que nuestra alimentación está muy relacionada con nuestra salud mental. Por lo tanto, es importante que cuidemos lo que consumimos o seamos conscientes de ello para poder reconocer cómo nos puede afectar. Mejorar nuestra alimentación no solo beneficiaría a nuestra mente, sino también a nuestro cuerpo, haciéndonos sentir más tranquilos con nosotros mismos y con los demás.