Cuando caminamos por la calle, resultan casi imperceptibles las plantas que nos rodean: flores, enredaderas, pasto y, por supuesto, árboles. Se ha hablado mucho sobre los beneficios que podemos obtener al estar en contacto con la naturaleza, ya que ayuda a conectar con nuestra parte espiritual, esencial tanto para la salud física como mental. Sin embargo, en muchas ocasiones, el ritmo acelerado de la vida, el tráfico, las cargas académicas y laborales, o las distancias entre los lugares a los que debemos ir diariamente nos colocan unas "gafas" que parecen relegar a la naturaleza a un segundo plano.

No obstante, la probabilidad de tener una de estas fuentes de vida cerca, como los árboles, es bastante alta, tanto en entornos rurales como en las ciudades urbanizadas. En relación con ello, si hablamos de la naturaleza y de detenernos un momento para conectar con ella, la simple pero poderosa práctica de abrazar un árbol puede tener efectos curativos en quienes la realizan. Está comprobado que los abrazos tienen efectos positivos en la salud, liberando oxitocina, la hormona relacionada con el placer, así como dopamina y serotonina, hormonas vinculadas al buen humor y a la sensación de bienestar y armonía. Al mismo tiempo, abrazar un árbol se relaciona con una práctica ancestral que demuestra el poder de curar el alma.





Entonces, no es necesario ir a un bosque para abrazar un árbol. Te invito a rodear con tus brazos ese árbol que ves todos los días, ya sea el que está frente a tu casa, en la escuela o en un parque cercano. Aunque un bosque también sea símbolo de paz y tranquilidad, no es imprescindible visitarlo para obtener los beneficios de abrazar un árbol y contribuir a tu propia paz mental.