Cuántos de nosotros hemos tenido la oportunidad de tener un rincón preferido en casa, ese rinconcito acogedor que nos llama, que nos incita a estar ahí, que nos hace sentir nosotros mismos, sin caretas, sin miedos, sin estrés, sin prisas, simplemente permanecer… Permanecer ahí, en paz… y ¿por qué no? con un rico café, unas suaves galletas; o unas palomitas saladas o azucaradas, si mi rincón favorito es frente a la TV…
O tras la ventana, ese lugar favorito que llama a la libertad y que me deja observar el amanecer tras mover las delicadas cortinas que me ocultaban, mirar fijamente el horizonte y encontrarme mirada a mirada, con los rayos de luz, al despuntar el alba.
Qué delicioso rincón, si el favorito es la cocina, aquel espacio mágico que combina los alimentos para darnos vitaminas, nutrientes y proteínas. Las personas que amorosamente se dedican a cocinar, tiene ese don de la transformación, pues con su conocimiento y sazón no sólo satisfacen la “panza”, sino también el corazón.
Y si mi favorito es mi recamara, aquel sillón, sofá o cama, que me contiene completa, sí, estoy en calma; no sólo por la mañana, o cuando voy a dormir, sino cuando ese lugar me llama a que permanezca ahí.
En el patio de la casa, en el jardín o terraza, en comunicación más directa con el aire que se emana, de esta naturaleza que nos da la vida, que nos abriga y abraza, donde puedo desplazarme, bailar o correr, salir a mojarme si me parece bien.
Y qué decir del baño o sanitario, el lugar más privado e íntimo a donde podemos ir. Donde no hay interrupciones de lo que estás haciendo, bueno, a veces, si alguien tiene urgencia también, y no hay más a donde correr.
Estar en el baño, te relaja, te hace sentir muy bien, te ves al espejo y te sabes quién eres, liberas tensiones al conectar con tu lado natural, te tranquilizas y analizas, hablas contigo mismo en voz alta o si prefieres en baja.
Si estás en la ducha, el agua te embriaga, te conectas con ella y fluyes, pues su movimiento y sonido es como el de tus emociones, por lo que liberas tensiones, limpiando no sólo el cuerpo físico sino también el espiritual.
Aquí afuera, a través y dentro de ti, está el centro al que cada uno deseamos llegar. Basta con conectar contigo para encontrar la paz.