La adquisición de artesanías hoy día se ve comprometida por la idea de ser “folclórico” con un toque de sentido de pertenencia, eso que hoy día aqueja a los chavos, no estar en tendencia. ¿Realmente el valor que hoy se le da a un producto hecho a mano, es el que merece un artesano?

Teniendo en cuenta que la mano de obra está infravalorada, las personas creen menos en el poder de su inspiración y de su creatividad.

Tan solo en México, 21,115 empresas se dedican al comercio al por menor de artesanías, lo que representa el 0.4% del total de empresas del país, y para realizar esta actividad se emplearon 41,289 personas, 24,884 mujeres y 16,405 hombres (INEGI. Censos Económicos 2019).





De acuerdo con talent.com el salario artesano promedio en México es de $60,000 pesos al año o $ 30.77 pesos por hora. Los cargos de nivel inicial comienzan con un ingreso de $47,154 pesos al año, mientras que profesionales más experimentados perciben hasta $120,000 anualmente. Esto sin contar aquellas personas que no reciben un sueldo, aquellos que son explotados y no aspiran a ser contemplados en estas encuestas.





Tal vez la idea o el concepto “artesano”, está mal interpretado, ya que artesano no solo es aquella persona que pertenece a una comunidad rural o grupo indígena, también existen los que deciden emprender, aquél joven que comenzó a tejer un día por pasatiempo y descubrió un talento en él, una chica que dibuja mantras, una señora que tiene la habilidad de sembrar plantas y producirlas en masa, el joven carpintero que diseña guitarras para que su padre las haga en el taller, esos productos que un día sin pensarlo llegaron a la mente de cada uno de ellos, que están hechos no solo a base de sudor, sacrificios, dedicación, creatividad, sino también de mucho corazón, con la esperanza de que su creación se convierta en un detalle, un regalo que alegre la vida de alguien en algún lugar.