Entre fachadas y apariencias transitamos por la vida. Ante los ojos de los demás, desplegamos un personaje; a veces es auténtico, pero en ocasiones no es más que una máscara. Nos resulta difícil ser quienes realmente somos; preferimos adoptar una apariencia distinta con el fin de evitar el rechazo y recibir un trato más favorable. En medio de tantas representaciones, surge la pregunta: ¿Quién soy en realidad?

Al caminar por la calle y contemplar las diversas fachadas, me detengo a pensar en lo que se oculta tras esos muros protectores. Me pregunto cuántas historias, cuántas familias abrazan esas construcciones, con sus variados materiales, colores y texturas. Al adentrarnos en la casa de un vecino, un familiar o un amigo, descubrimos un sinfín de cosas.

Entre fachadas hermosas, elegantes e innovadoras, así como fachadas sencillas, tradicionales y sobrias, llegamos a la conclusión de que, en esencia, todas contienen lo mismo: un hogar lleno de vida, con ideales, sueños y experiencias. Aunque parezcan diferentes, comparten una base común. De manera similar, el ser humano presenta una fachada que muestra solo lo superficial, mientras que en su interior alberga un mundo de ilusiones.





Entre altos y bajos, morenos y rubios, personas alegres, pensativas, calladas y turbias, descubrimos que, en esencia, somos lo mismo. Compartimos necesidades básicas, pensamientos, emociones y sentimientos en un mundo común. A pesar de nuestra similitud, somos simultáneamente tan diversos.

Transitamos la vida entre fachadas y apariencias, revelando solo una fracción de quienes somos tras un caparazón. Al observar a los demás, me veo reflejado en la felicidad de aquel que conversa con su compañero, en la altivez de quien niega su pasado, en la arrogancia de una mujer que camina en tacones, así como en la modestia de otra. En cada rincón, observo distintas facetas, y me pregunto, una vez más, ¿quién soy yo en este panorama?





Fachadas modernas, fachadas obsoletas, ¿importa realmente? Al final del día, todas conducen a la misma revelación: el interior. Solo cumplen su función de protección en el exterior, compartiendo un propósito y una misión común.

Entre fachadas y apariencias avanzamos por la vida. No debemos juzgar por las primeras impresiones, recordando que todos somos uno, cada uno persiguiendo sus propios intereses de manera única. Las apariencias pueden engañar, así que mejor adéntrate y conoce mi casa...