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El caso de Acapulco tras Otis
Anónimo  -   2023-11-11
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El día 25 de octubre, la tierra nos recordó una vez más su fuerza y que todavía no hay asentamiento humano capaz de detenerla. En las costas del estado de Guerrero, en el bien conocido Puerto de Acapulco, un huracán categoría 5 golpeó desde el Pacífico, dejando días de devastación.




Todo inició el 15 de octubre, cuando una alteración climática, detectada por autoridades meteorológicas de Estados Unidos, terminó de consolidarse como una depresión tropical el 22 de octubre, recibiendo el nombre de Otis.

Del 22 al 25 de octubre, Otis creció hasta convertirse en un huracán categoría 5, la máxima que existe según la escala de Saffir-Simpson, que alcanzaba más de 350 kilómetros por hora. Tocando tierra con dicha intensidad, convirtiéndolo en uno de los más fuertes en la historia del océano Pacífico.

Días previos, el Gobierno de México, por medio de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, con información de Conagua, se encargó de informar sobre el cierre de puertos, desplazamientos humanos y apertura de refugios temporales.

Sin embargo, después de una tragedia, los daños estructurales, económicos y, sobre todo, humanos, superan con frecuencia las expectativas de las predicciones más catastróficas. El caso de Acapulco fue algo inesperado.





La separación de las masas, decisiones después de Otis
Después de Otis, las personas comenzaron a salir de los refugios y las autoridades, encabezadas por la Secretaría de Marina, cuerpo de seguridad predominante en los estados costeros del país, se encargaron de valorar los daños e iniciar la búsqueda de desaparecidos.

Playas arrasadas, edificios destruidos, cuerpos entre los escombros. Para el 8 de noviembre, se tenían registradas 48 muertes y más de 40 desaparecidos como consecuencia del huracán.

La situación se plasma como una tragedia, momentos en los que las autoridades locales, encabezadas por la presidenta municipal, Abelina López Rodríguez, estatales con Evelyn Salgado Pineda al mando y federales, dirigidas por el presidente Andrés Manuel López Obrador, se vieron obligados a hacer frente.

Sin embargo, nadie esperó la sorpresiva decisión del poder ejecutivo, cuando el 26 de octubre se estableció el estado de emergencia para Acapulco, se dio a conocer por medio de un audio que los apoyos materiales a los damnificados serían administrados y entregados únicamente por los elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional.

Pese a que las donaciones pudieran ser recibidas, estas serían en última instancia repartidas por el ejército. Con el fin, aparentemente, de que algunos grupos de personas no se aprovechen de la situación con fines políticos o ideológicos.

Lo que aparentemente aludiera a un buen fin, descarta casi por completo la cultura que existe en México de apoyo y colaboración. En infinitos casos en el pasado, las personas estamos acostumbradas a ver cómo grupos civiles se levantan con el fin de apoyar tras una tragedia, a ver la cara de tu vecino cuando este te da la mano.

Esto es invisibilizado con las medidas tomadas por el gobierno actual. Ya que, si algo malo te pasa, el único que estará para ti será el gobierno, aparentemente. En un territorio tan amplio y diverso como lo es México, sería necesario para la unidad que cada uno de los estados del territorio fuera consciente de que otras 32 entidades federativas están para apoyarlo en pleno uso de su autonomía y unidad.

Es de aplaudir a todas aquellas personas que con las mejores intenciones escribieron mensajes en víveres y donaciones, para levantar el ánimo de los afectados y, además, anotaron desde dónde era enviada, porque los lazos no se miden en kilómetros.

Y según la lógica de lo establecido por las declaraciones presidenciales, es despreciable, todos aquellos grupos que entregan ayudas y artículos propagandísticos, como playeras y despensas con logos de partidos políticos, dígase Morena o no.

Si el flujo de ayudas de diferentes fuentes hubiera hecho más fácil la distribución para llegar más rápido a las zonas más remotas, no lo sabremos con seguridad, ya que a quince días de la tragedia aún hay asentamientos a los que no han llegado.

Dejando a una gran parte de la población no solo a merced del hambre, el calor y el desasosiego generalizado, sino también de peligros que acechan entre las sombras, los grupos delictivos y el crimen organizado.

No podemos demeritar el trabajo de SEDENA, porque a pesar de los rumores o prejuicios generalizados, existen muchos elementos que cumplen su trabajo y respetan sus juramentos.

Sí, sí hay grupos recolectando víveres, sí hay fondos de apoyo al desastre y destinados a la reconstrucción y sí hay ciudadanos de otros estados colaborando. Porque es normal, es lo que cabe hacer cuando un desastre aparece, mostrar humanidad.



Levantar el caos después de la tormenta
Según datos del Consejo Coordinador Empresarial, los daños estructurales causados por Otis se estiman entre $15 mil y $16 mil millones de dólares, un equivalente de hasta $280 mil millones de pesos mexicanos.

Acapulco es uno de los municipios más populares conocidos por cimentar una fuerte economía en el ramo de los servicios, siendo un importante destino turístico en las costas del país. Por lo que uno de los planes y presiones de los empresarios es fomentar las visitas a la región.

Como lo menciona Javier Saldívar Rodríguez, presidente de la Asociación Mexicana de Hoteles y Moteles de Acapulco, para el medio El Universal, el 95% de los hoteles del puerto resultaron afectados y la catástrofe debe atenderse, no politizarse.

Los empresarios esperan reabrir los hoteles en diciembre, para que coincida con las vacaciones de fin de año, uno de los picos de temporada alta para los puntos turísticos. Y se espera la promoción federal y apoyo al tianguis turístico 2024, que tendrá sede en la Zona Diamante de Acapulco, Guerrero.

Por su parte, los ciudadanos se han dividido entre migrar a los municipios aledaños y viajar más lejos a destinos como la Ciudad de México, donde esperan recibir ayuda o buscar oportunidades para mejorar su situación, como lo fue el acuerdo con el Poder legislativo, el día 7 de noviembre.

Por su parte, grupos buscan la reconstrucción de la cotidianidad y la limpieza de los espacios públicos, como base para el nuevo levantamiento de Acapulco tras la tragedia.
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