Recuerdo hace ya algunos años atrás cuando con ansias esperábamos noticias nuevas de los familiares y amigos que no se encontraban cerca físicamente, y que la manera de comunicarnos en aquel entonces, era con aquellas cartas de papel escritas a mano, que llevábamos a la oficina de correo más próxima, para que nos pusieran el timbre o sello postal, y la hicieran llegar posteriormente a nuestros seres queridos. Esperábamos algunos días, tal vez algunas semanas en que estas noticias llegaran a manos del destinatario.

Cada 12 de noviembre, se le celebra al señor cartero su día, por tan noble labor, aquel señor amable que repartía la correspondencia a cada una de las casas asignadas. Claro que era un gusto recibirle y escucharle si traía silbato. En épocas navideñas las tarjetas impresas, algunas musicales, eran un hermoso detalle de intercambio, que el señor cartero te entregaba en tus manos y te hacía feliz.

En tiempos modernos, en tiempos de internet la comunicación cambio radicalmente, y es instantáneo comunicarnos, no solo por texto sino por audio. Y ¿qué fue del señor cartero? ¿un oficio más que se vio perjudicado con las nuevas eras, con los nuevos tiempos? ¿O solamente cambio su faceta? Ya no entrega cartas, ahora entrega paquetes de objetos y de alimentos. De igual modo nos encontramos a la espera de su llegada, ansiando recibir lo que hemos solicitado.





Valoremos a aquellos que nos sirven, aquellos que nos entregan su servicio con amor, responsabilidad y profesionalismo. A aquellos que nos hacen la vida más fácil, a los que nos solucionan la forma de adquirir un bien, sin salir de casa.

Es común dejar de lado lo que un día se conmemoró, inclusive hasta olvidamos los gestos de cortesía, una sonrisa amable y un “muy buenos días”, demos gracias de corazón, pues también nuestra alegría al servidor le causa empatía, en este su día no está demás una propina, ¿por qué no?





Valoremos a cada persona que, con su oficio o profesión nos sirve para que tengamos una mejor calidad de vida, todos somos servidores, ha sido nuestra misión, es la encomienda de esta vida, nacimos para servir.

Este 12 de noviembre, recordé a los carteros, a los repartidores, gracias por su amorosa colaboración, me han llenado de mucha dicha cada vez que recibo de sus manos aquello que espero. Con la llegada de ustedes al domicilio asignado por la mensajería, la espera termina. Y comienza la alegría de descubrir lo que hay dentro de cada paquete, como niños, abriendo un regalo…