Si tuvieras que enviar una tarjeta de agradecimiento a cada una de las personas por las cuales estás hoy aquí, incluyendo a todos los que de manera formal e informal han contribuido a tu manera de pensar y ver la vida, ¿tu mensaje llegaría al 100%?
Pues bien, esa tarea parece una misión imposible, en especial porque no está disponible en nuestra memoria el archivo completo de nuestros primeros años de vida. Es más, si la lista fuera tan solo del día que nacimos, seguro dejaríamos fuera alguna enfermera o al chofer del taxi que trasladó a nuestros padres al hospital ese día, y también merecen ese agradecimiento. Por si fuera poco, motivos y personas a las cuales decir “gracias” se nos presentan en cada interacción, cada día, así que la lista sigue creciendo.
Hay un grupo de personas hacia las cuales siento un especial agradecimiento, y son todas aquellas que con su actitud y ese extra en sus actividades diarias han aumentado mi confianza y fe en la humanidad. Gracias a ellas, sé que existe una red invisible alrededor del mundo que salva vidas, y quizás jamás sepan que lo hicieron, pero existen y están aportando su “granito de arena”. Es común escuchar esta frase, pero así me lo han expresado quienes he tenido la fortuna de conocer en el camino. Son las palabras exactas que estas personas utilizan para referirse a lo que hacen. Estoy convencida de que gracias a ellas, la humanidad ha sobrevivido en el tiempo.
¿Cómo identificarlas? ¿Cómo podrías darte cuenta de que estás sentado frente a una de ellas? Su presencia tiene el efecto de una bocanada de aire fresco, justo en el momento en que lo necesitas. Ni antes ni después. A eso se debe que por pequeña que parezca la acción hacia nosotros, una sonrisa, un saludo, una palabra, un detalle ¡llega en el momento en que más lo necesitamos! Y no es que vayan por la vida buscando a quien ayudar; esa actitud que me inspira es su estilo de vida. Ahí está su esencia. Son aquello que el mundo no busca, pero es lo que necesita.
Dime, en tu trayecto de vida, ¿has coincidido con alguien cuyas acciones, energía y entusiasmo te dieran la cantidad exacta de inspiración para crear un mensaje digno de compartir al mundo? Pues bien, recientemente yo lo viví. Conocí a Daniel y este artículo es el fruto de esa experiencia. El impacto de ese encuentro fue tal para mí que, en el momento en que escuché sus anécdotas donde percibí un profundo compromiso con el mundo a través de la docencia y las palabras mágicas “sólo estoy aportando mi granito de arena”, algo se activó en mí, y ese “algo” no podía pasar desapercibido. Línea tras línea, he ordenado las palabras para dar forma al mensaje y he decidido enviarlo al mundo. Hoy tú lo has recibido.
A partir de hoy, esa energía que parece surgir de una “coincidencia” y que me ha llevado a crear y creer lo he llamado “el efecto Daniel”. Aquí está surgiendo algo, así que no te lo pierdas. Esto apenas comienza.