Luces, Pavo, Sidra, y al fondo de la mesa, una silla vacía
Las Navidades y el Duelo de Perdida
Pablo A. Durán  -   2024-01-06
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Claro que una de las experiencias emocionalmente más importantes en la vida es que nuestra madre o nuestro padre mueran. O un hijo, o un hermano, o la abuela. Depende a quién te sientas apegado. Pero cuando muere nuestra madre o nuestro padre, es algo distinto. Depende de cómo lo tomemos, si como una experiencia de vida o hacer de ello un “trauma” que te persigue año tras año. Porque cuando ellos mueren, se va lo que nos dio vida a nosotros. Es un ciclo sin fin. No hay nada más seguro que morir.

Ahora, en psicología existe un síndrome psicoemocional llamado “Síntomas Estacionales” o “Depresión Estacional”, y esto está muy relacionado con los duelos por fallecimiento de familiares, sobre todo. Este síndrome tiene que ver con la aparición de síntomas en momentos específicos del año, ya sea porque la fecha del fallecimiento está cerca y eso crea detonantes de pensamiento que desarrollan un malestar emocional generalizado en la persona. Este padecimiento tiene un mayor índice de aparición, sobre todo en las épocas navideñas, que son los tiempos donde nos reunimos en familia y disfrutamos de la compañía de todos, pero es duro y fuerte ver esa silla al final de la mesa donde se sentaba esa persona importante para nosotros, vacía u ocupada por alguien más.

Yo invito siempre a reflexionar. La muerte de alguien importante en nuestras vidas es algo que decidimos tomarlo como una “dolencia” o como una experiencia. La muerte no es algo que los muertos experimenten. Quienes experimentan la muerte son los vivos, quienes adolecen son los vivos. Porque el que ha fallecido ya no está y no estará nunca jamás y es algo que todos debemos aprender a hacer conciencia y mentalizarnos que en cualquier momento, a cualquier hora, podríamos dar un último respiro o de quien está a nuestro lado.





El duelo dura tanto como queramos y lo trabajemos. La nostalgia es la que se queda. Es muy distinto sentirse deprimido a estar nostálgico. Yo podría recordar a mi padre con tristeza (tristeza que jala el recuerdo con dolor) o recordarlo con esa nostalgia cargada de felicidad. Porque la nostalgia se puede sentir hasta por buenos recuerdos que están en nuestro pasado.

Tú decides. Una cosa es el dolor y otra el sufrimiento, y el dolor es natural, y si nos duele ¡que nos duela bien! El sufrimiento es estar tocando la herida y buscando incluso pretextos para atraer ese recuerdo o la necesidad de que esa persona esté, aunque ya no sea posible. A nuestra mente no le importa, por eso debemos tener control y manejo con ello de forma consciente buscando llevar nuestra rutina de vida lo más normal posible. La vida de nuestro ser querido se acaba, pero no significa que la nuestra ya haya terminado también. Incluso yo veo la muerte como una crisis, y crisis significa cambio, y el cambio, tú decides si aceptarlo y seguir en la necedad de creer que la vida “es injusta”. La vida nos da lo que necesitamos, y viéndolo desde mi perspectiva, un poco más espiritual, si la vida, Dios o el Universo retiró de este mundo a esa persona, es porque eso era lo que se necesitaba para nuestro siguiente paso en nuestra propia vida, y no queda más que aceptar estos cambios de la vida, porque ya están ahí y no queda de otra más que aprender a reestructurar nuestra vida sin el ser querido. Aprendamos a pedir ayuda profesional si sentimos que no podemos, y hay que quitarnos esa idea de que “solos podemos”. No dejemos que se desarrollen duelos patológicos, que se considera que si la persona no ha superado en un periodo de 6 meses a dos años, eso ya no está nada bien, es mejor acudir a terapia, y como lo dije, aprender a reestructurar nuestra vida sin nuestra persona fallecida.

Estas navidades, si perdiste a alguien importante que se sentaba junto a ti en esa gozosa cena de navidad, te invito a que cuando veas esa silla vacía, lo encomiendes, le reces y proyectes desde tu mente hacia la dimensión de la eternidad y el universo, el agradecimiento de haber tenido esa persona tan valiosa en tu vida y voltees a ver a los demás que están a tu lado y observes que aunque otros ya no estén, esas otras personas que sí están, ahí es donde vive tu amor en vida, disfrútalo, ve a tu alrededor y observa en silencio a todos a tu lado y reconócelos, agradéceles, diles cuánto los amas y date cuenta de que la vida puede cambiar cuando alguien se va, pero no se acaba.





¡EN VIDA, HERMANOS, EN VIDA! QUE EN LA MUERTE YA NO EXISTEN ABRAZOS NI PALABRAS, SOLO RECUERDOS. TÚ DECIDES. ¿QUIERES QUE ESTO SEA UNA EXPERIENCIA DE VIDA, O LO ACARREARÁS COMO UNA DOLENCIA Y COMO HERIDA?
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