Un elemento fundamental de una actitud positiva es el sentido del humor. Nos viene bien reírnos de vez en cuando de nosotros mismos y de las cosas que nos suceden.

Yo tengo discapacidad visual y si tomas en cuenta que el 80% de toda la información que recibimos es visual, te imaginarás que la falta de esta me hace ser torpe y en ocasiones cometo muchas tonterías. He correspondido a saludos que no iban dirigidos a mí y, por el contrario, he ignorado a aquellos que atentamente me saludaban. Me he enternecido con un pobre perrito que resultó ser una bolsa de basura, he hablado entusiasmada a alguien que solo era una sombra y, en una cena super formal, he volteado una copa de vino tinto armando todo un espectáculo. Me he metido al sanitario de hombres, ¡pero eso sí, les aseguro que no vi nada! ¡He hecho tantas veces el ridículo! ¡Me pasa cada cosa! que, visto desde otra perspectiva, realmente son situaciones graciosas, cómicas, chuscas. Yo, en esos momentos, sonrío amablemente y me río de mí misma.





Pero dime, ¿verdad que tú también has hecho el ridículo en alguna ocasión, has cometido errores, tenido desaciertos? ¿Cómo reaccionas entonces? ¿No te parece que nos tomamos demasiado en serio? Si nos quedamos pensando y rumiando los hechos que cometemos mal por error, nos estancamos, nos desgastamos y nos hace perder autoestima y la confianza en nosotros mismos. Pienso que es un costo muy elevado por un suceso tan insignificante. Reírnos de las cosas tontas que nos suceden nos hace más fuertes, nos ayuda a confiar en nosotros mismos, reduce el estrés y, sobre todo, nos ayuda a sobrellevar situaciones difíciles y dolorosas.

El sentido del humor es una necesidad vital para todos, a cualquier edad y en cada circunstancia. Como dijo Viktor Frankl: Ver las cosas con una luz humorística es una especie de truco que aprendemos mientras dominamos el arte de vivir.

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Autora de los libros El reto ante la pérdida de visión y Un nuevo camino de vida