Cada vez que depositamos una cáscara de plátano en el contenedor de residuos orgánicos, o cuando colocamos una pila en el lugar adecuado, estamos siguiendo un orden en la forma en que nos deshacemos de los restos de lo que consumimos.

Del mismo modo, ocurre algo similar con el reciclaje, que es un proceso que va más allá de simplemente separar los residuos, ya que busca darles un nuevo uso para hacer el mundo más sostenible y reducir los desechos, lo que requiere un orden muy importante para lograrlo.

Continuando con esa idea, cuando hablamos de orden, nos referimos a toda una forma de vida. El orden representa nuestro modelo de pensamiento, que influye en prácticamente todo lo que hacemos, desde las ideas que surgen en nuestra mente hasta nuestras acciones, como pensar, entender y depositar cada residuo en el lugar que le corresponde. En este sentido, es valioso tener orden en todas las áreas de nuestra vida, incluyendo la ecológica. Es por eso que existe lo que llamamos orden ecológico.




El orden ecológico implica una conexión con nuestro entorno, donde la limpieza y el interés por cuidar los recursos que nos rodean contribuyen a mejorar nuestro espacio cotidiano. Por lo tanto, acciones como la separación de residuos, el reciclaje, el ahorro de energía y agua, la plantación de árboles, el uso de la bicicleta como medio de transporte, la producción de compost, el regalo de experiencias en lugar de productos, la donación de artículos que ya no necesitamos a personas que pueden aprovecharlos, la compra a granel, el apagado de aparatos que no utilizamos, entre muchas otras, son reflejos del orden que existe en nuestro interior, en nuestra mente y en nuestro mundo emocional. Estas son formas de vida y bienestar que contribuyen al cuidado del planeta en el que vivimos.